La nueva biblia de Lezama

lezama debe dar importancia al balón". Es el lema que luce cual potentísimo neón en los campos que tejen el cuerpo de Lezama, en las gargantas de sus técnicos cuando ordenan, en las botas de sus futbolistas y en la voz autorizada de Javier Irureta, director deportivo del club, que presentará en breve la metodología futura que reinará en la cantera a la Junta Directiva del Athletic según ha podido saber este periódico. No sólo las cuerdas vocales de Irureta anunciaban en una entrevista concedida a DEIA en junio el rango supremo del balón, de su despacho también colgaba una pizarra táctica que representa la fisionomía del Athletic del porvenir, que fundamentará su metro patrón sobre el 4-3-3, el sistema que preconiza el fútbol asociativo, creativo, dinámico, con futbolistas dotados para jugar e impulsarse desde el juego interior. Pretenden en Lezama un centro del campo repleto de especialistas en el manejo de la pelota, al estilo de la escuela del Barcelona, proa del fútbol moderno y heredera de la magnífica academia del Ajax de los setenta, sostén del fútbol total y de la ideología de la naranja mecánica, la bella flor que dotó de otra dimensión al fútbol.

El Athletic del futuro quiere conceder mayor importancia y protagonismo al balón ampliando para ello el poder de los medios centros -Ruiz de Galarreta es la última aparición- y su visión periférica. Por ese motivo las categorías inferiores se despliegan con tres volantes, un trivote que se ordena alrededor de la pelota y que mezcla y se arropa sobre la posesión del balón, eliminando para ello la figura del doble pivote, tan vigorosa en lo tiempos que corren, y en la que se reserva una plaza para el jugador que acude al quite, barre y rasca, dejando la otro silla vacante para el agitador, arquitecto e ideólogo del juego.

En el nuevo testamento del Athletic se busca el medio centro total, capacitado tácticamente, pero ante todo, que sepa manejarse con el balón, principio y fin del nuevo sello que tratará de establecer las coordenadas del club a medio plazo, también en el primer equipo, y simular al Barcelona, donde el espinazo que vertebra el juego viaja desde La Masía al Camp Nou sin sobresaltos, puesto que todos sus actores manejan con exactitud un lenguaje común que a nadie resulta extraño.

EL SELLO DE MACUA Sobre esa idea, la de los jugones como epicentro, la factoría bilbaina está a punto de alumbrar lo que Fernando García Macua, presidente del Athletic, concretó en su día como el Lezama del Siglo XXI, una propuesta con la que fijar el suelo, un sello perenne, que soporte las embestidas de nuevos presidentes y entrenadores una vez arraigue la nueva metodología alrededor de un idea compartida que encumbra el trato exquisito de la pelota como lengua vehicular. Se trata de instaurar una manera de trabajar, una identidad reconocible en el estilo de juego y que esté alejada de los debates que visitan periódicamente a Lezama cuando el primer equipo se tambalea.

En el nuevo credo futbolístico, además de la figura de los mediocampistas proclives a la gestión del balón y de su trenza con un frente de ataque activo en los desmarques -sin referencias tan fijas- en el uno contra uno y en la búsqueda de espacios, también se trabaja con ahínco en la consecución de un linaje de laterales capacitados para las demandas del fútbol moderno. Jonás Ramalho y Jon Aurtenetxe son hijos de ese rastreo y la tipología de lateral que demandan los técnicos de Lezama, inmersos en el abastecimiento del primer equipo pero siempre desde la alianza, irrenunciable, con el balón.

Argumentaba Javier Irureta meses atrás que "debemos de dar al balón la importancia que tiene y también al aspecto táctico. El jugador que salga tiene que tener un perfil de buen jugador técnicamente. Es el primer valor en el que tenemos que incidir. Falta gente en el medio campo con personalidad". El perfil de jugador que traza el director deportivo de la fábrica rojiblanca se corresponde al de Ander Iturraspe, el primer eslabón y punta de lanza del nuevo mediocampista del Athletic, la brújula, ancla y piloto del equipo del futuro.

Camino de su cuarto curso sobre el trono presidencial, Fernando García Macua tiene la intención de que el intenso trabajo que se está desarrollando en Lezama para la articulación del andamiaje que sostendrá el Athletic venidero cristalice en un modelo en el que futbolistas y entrenadores se ajusten al molde cincelado en el taller de confección de Lezama, aunque evidentemente habrá lugar para la flexibilidad. Ajeno hasta ahora el primer equipo por el marcado sesgo del entrenador y de algunos de sus futbolistas además de las urgencias competitivas, se estipula que el primer equipo debe convertirse con el tiempo -por el momento no hay plazos fijados- en la pasarela que corone y dote de sentido al método que se alimenta desde categorías inferiores hasta redactar la nuvea biblia de Lezama.

Deia

Ojala sea verdad y en Lezama se empieza a introducir el 4-3-3, para mi actualmente el mejor sistema de juego

Es decir volver a los sistemas de hace 20 ó 30 años, que no quiere decir que sean malos...