El legendario jugador del Athletic Pichichi, es famoso por cuatro cosas. Por ser uno de los primeros goleadores de la historia, llevar un pañuelo de cuatro puntas sobre la cabeza, marcar el primer gol rojiblanco en San Mamés y por la forma en que murió. Víctima de una intoxicación de ostras. No podía ser de otra forma. De ahí que no sea raro escuchar, «de morir, como Pichichi». Es uno de los mensajes que llevo recibiendo desde que publicamos aquí el artículo 'El idioma del botxo'. Son lectores que me animan a que escriba una segunda parte dedicada a los dichos y refranes de la villa. Y he de decir que me han ayudado a recopilar algunos como, «De Zorroza cañeros y de Deusto tomateros». Quien más quien menos sabe que los deustoarras lucían hermosas huertas con tomates. Pero lo de Zorroza… El último cólera que azotó Bilbao tuvo poca incidencia en este barrio. Dicen que se debió a que bebían mucha caña procedente de los barcos que arribaban a su puerto. En la esquina de la calle Pelota con Santa María hay una estrella en el suelo que marca el único punto de la Siete Calles desde el que se puede ver la aguja de la Basílica de la Virgen de Begoña. De ahí que, «Te voy a poner mirando a Begoña» sea una amenaza que significa que te van a dar tal sopapo que, estés donde estés, vas a ver Begoña… y las estrellas. Fuera del botxo, encontramos otros como «Tengo más hambre que los patos de Conde». Parece que en Sodupe había cierto paisano que no se caracterizaba por llenar el estómago de sus ánades. En el Gran Premio de Primavera de Amorebieta, un vecino llamado Putxades, se apostaba en el alto de Autzagane. Cuando veía que se acercaban los ciclistas, bajaba hasta la localidad y cruzaba la meta. Los zornotzarras sabían que eso significaba que los verdaderos corredores estaban a punto de llegar. De ahí que, si se les hace tarde, digan eso de «Vamos, que llega Putxades». Pero volvamos a Bilbao.
«Te van a pagar en chapas de la balco». La Balcock Wilcox, empresa de Trapagaran, pagaba parte del sueldo en chapas que se podían emplear en la cantina de la compañía. Pero, fuera de allí, carecían de valor. «Tienes más jeta que Pitarque» ha sido siempre una forma de referirse a alguien que, siendo gorrón, luce gracia y arte. Fue Pitarque un paisano que, por armas, llevaba buen traje y mejor jeta. Y por víctimas, todo aquel que organizara un banquete, en especial, si pertenecía a la oligarquía de Bilbao y Neguri. No había boda en la que no se colara. De hecho, el acontecimiento perdía caché si no se presentaba. Cuentan que un comensal intentó hacer una gracia a costa de él. Tras el caldo de turno, sirvieron pollo. Y entonces, el gracioso exclamó -¡Lo que hagas con ese pollo, lo haré yo contigo por gorrón!-. Pitarque lo miró y ante la atenta mirada del respetable levantó su dedo meñique y lo introdujo en el culo del pollo. Imaginen las risas de los invitados y la cara del chistoso. Dicen que, hospitalizado, y ya en las últimas, al ser preguntado por su profesión, respondió, «cañonero». Y desde luego, cañones dejaba.
http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20101025/vizcaya/cascarla-ampuero-20101025.html
«Te van a pagar en chapas de la balco». La Balcock Wilcox, empresa de Trapagaran, pagaba parte del sueldo en chapas que se podían emplear en la cantina de la compañía. Pero, fuera de allí, carecían de valor. «Tienes más jeta que Pitarque» ha sido siempre una forma de referirse a alguien que, siendo gorrón, luce gracia y arte. Fue Pitarque un paisano que, por armas, llevaba buen traje y mejor jeta. Y por víctimas, todo aquel que organizara un banquete, en especial, si pertenecía a la oligarquía de Bilbao y Neguri. No había boda en la que no se colara. De hecho, el acontecimiento perdía caché si no se presentaba. Cuentan que un comensal intentó hacer una gracia a costa de él. Tras el caldo de turno, sirvieron pollo. Y entonces, el gracioso exclamó -¡Lo que hagas con ese pollo, lo haré yo contigo por gorrón!-. Pitarque lo miró y ante la atenta mirada del respetable levantó su dedo meñique y lo introdujo en el culo del pollo. Imaginen las risas de los invitados y la cara del chistoso. Dicen que, hospitalizado, y ya en las últimas, al ser preguntado por su profesión, respondió, «cañonero». Y desde luego, cañones dejaba.
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