Regreso a la infancia en el Circo
De Marcos, muy sonriente a lomos de un elefante, comentó: "Yo a éste me lo llevaba para casa"
El Circo, tradicional fuente de sonrisas en niños y adultos, se convirtió ayer en un ideal punto de encuentro entre los hinchas más pequeños del Athletic y sus ídolos rojiblancos. Los jóvenes aficionados admiraron tan maravillados los inverosímiles logros de las fieras a instancias de sus domadores como el regreso de los 'leones' a su más tierna infancia cerca de los personajes del Circo. La familia rojiblanca se integró a la perfección entre los variopintos y simpáticos personajes circenses.
"Yo vivo este día con sorpresa, porque no había estado nunca tan cerca de animales así, tan grandes", manifestó Luci, quien destacó además que "lo que sí que veo es mucho crío, es ilusionante para ellos este tipo de eventos. Y si hoy es el día del Athletic, se trata un poco de enganchar a la gente con la motivación de nuestros jugadores". El segundo entrenador del conjunto bilbaíno fue de los primeros en llegar, acompañado de su familia. En este primer grupo también destacó la presencia de Luis Llopis, entrenador de porteros del primer equipo rojiblanco.
En lo que respecta al reducido grupo de representantes de la plantilla, Jonás Ramalho e Ibai Gómez fueron los primeros en disfrutar de los animales que les recibieron nada más llegar. Un oso, un ave exótica, un elefante y un cocodrilo. Les siguió Gorka Iraizoz, que también se lo pasó como un niño subido a lomos del paquidermo.
Entre las sonrisas más amplias, no obstante, destacó la de Óscar de Marcos. "Yo a éste me lo llevo para casa", se le escuchó decir cuando estaba subido sobre el elefante. "No me importaría, le he visto noble", confirmó nada más bajar. Es más, siguiendo con la broma, apuntó que "Laguardia es muy grande y hay sitio para todos, allí este está de primera".
El que no le hizo tanta gracia fue el oso. "A mí me ha dado bastante miedo", confesó. Y eso que era de lo más tierno. El animal mostró una gran complicidad con su domador, haciendo gestos cuasihumanos. Posaba en pie para las fotos, rodeándole con el brazo. Fue amable con los niños. Y cuando estaba quieto, parecía más un perrito que un oso salvaje
De Marcos, muy sonriente a lomos de un elefante, comentó: "Yo a éste me lo llevaba para casa"
El Circo, tradicional fuente de sonrisas en niños y adultos, se convirtió ayer en un ideal punto de encuentro entre los hinchas más pequeños del Athletic y sus ídolos rojiblancos. Los jóvenes aficionados admiraron tan maravillados los inverosímiles logros de las fieras a instancias de sus domadores como el regreso de los 'leones' a su más tierna infancia cerca de los personajes del Circo. La familia rojiblanca se integró a la perfección entre los variopintos y simpáticos personajes circenses.
"Yo vivo este día con sorpresa, porque no había estado nunca tan cerca de animales así, tan grandes", manifestó Luci, quien destacó además que "lo que sí que veo es mucho crío, es ilusionante para ellos este tipo de eventos. Y si hoy es el día del Athletic, se trata un poco de enganchar a la gente con la motivación de nuestros jugadores". El segundo entrenador del conjunto bilbaíno fue de los primeros en llegar, acompañado de su familia. En este primer grupo también destacó la presencia de Luis Llopis, entrenador de porteros del primer equipo rojiblanco.
En lo que respecta al reducido grupo de representantes de la plantilla, Jonás Ramalho e Ibai Gómez fueron los primeros en disfrutar de los animales que les recibieron nada más llegar. Un oso, un ave exótica, un elefante y un cocodrilo. Les siguió Gorka Iraizoz, que también se lo pasó como un niño subido a lomos del paquidermo.
Entre las sonrisas más amplias, no obstante, destacó la de Óscar de Marcos. "Yo a éste me lo llevo para casa", se le escuchó decir cuando estaba subido sobre el elefante. "No me importaría, le he visto noble", confirmó nada más bajar. Es más, siguiendo con la broma, apuntó que "Laguardia es muy grande y hay sitio para todos, allí este está de primera".
El que no le hizo tanta gracia fue el oso. "A mí me ha dado bastante miedo", confesó. Y eso que era de lo más tierno. El animal mostró una gran complicidad con su domador, haciendo gestos cuasihumanos. Posaba en pie para las fotos, rodeándole con el brazo. Fue amable con los niños. Y cuando estaba quieto, parecía más un perrito que un oso salvaje